miércoles, 14 de septiembre de 2011

"Comprar, tirar, comprar" - Obsolecencia Programada, Documental

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¿Alguna vez has pronunciado o has oído la frase “las cosas ya no duran como antes”? Pues es probable que sea más cierto de lo que crees.


Bajo la denominación de obsolescencia programada subyace el concepto comentado al principio. Las cosas ya no duran como antes… porque así lo han decidido los fabricantes (y me ha salido un pareado).


Esto, que en un principio puede resultar extraño en una economía de mercado y en competencia (si los productos del fabricante X se estropean muy pronto, compraré los del fabricante Y, o los del Z), no lo es en determinadas circunstancias.


El reportaje cita varios ejemplos muy significativos, como cuando los grandes fabricantes eléctricos se unieron hace más de setenta años en un cártel para hacer que las bombillas durasen menos. Las antiguas bombillas de filamento, de las cuales hoy pensamos que son poco resistentes, tenían una vida útil demasiado larga, de hasta ocho mil horas (en El Mundo se cita el caso de una que lleva encendida más de 100 años), y los fabricantes decidieron que mil horas eran suficientes, y que a partir de ahí deberían fundirse.


Éste es un típico caso de oligopolio (un monopolio ejercido por varios), contra el cual el consumidor o cliente tiene muy poco que hacer. Se citaba también el caso de las impresoras, muchas de las cuales llevan sistemas para que su vida útil sea de X copias, que van desde esponjas que se van llenando de tinta poco a poco con cada impresión, hasta contadores de copias (reseteables por software), que al llegar a un número determinado de impresiones, bloquean el aparato.


Otro ejemplo muy significativo de este consumismo inducido por los fabricantes es la demanda a la que se enfrentó Apple en Estados Unidos. La batería de los primeros Ipod duraba 18 meses a lo sumo (obsérvese que es lo que sigue sucediendo hoy en día con muchos teléfonos móviles, por ejemplo). Pero lo que es peor, Apple no proporcionaba la posibilidad de cambiarla, si se estropeaba (que lo haría), había que comprar un Ipod nuevo.


Otro caso muy representativo estaba en las economías de los países del Este de Europa, los que estaban bajo la influencia soviética. Allí, las neveras y las lavadoras debían durar, por ley, al menos 25 años. Y lo hacían. ¿Cuántos aparatos podemos decir que duren tanto? Se mostraba incluso una nevera fabricada en Alemania Oriental en 1985, a la cual “no se le había cambiado nunca ni siquiera la bombilla”.


Todo este consumismo programado (hay que pensar que el consumo representa aproximadamente dos tercios del PIB) tiene consecuencias económicas. Hasta tal punto, que incluso en los años treinta (los de la Gran Depresión) hubo un economista que proclamó –sin éxito- la idea de que la obsolescencia debía ser obligatoria por ley, de manera que, como los productos tendrían fecha de caducidad, tendríamos que estar renovándolos cada poco tiempo, y así se generaría empleo en las fábricas, distribuidoras, transportistas, etcétera.


Además, se generan gran cantidad de desechos (en muchos casos, hoy en día es más barato comprar una impresora nueva que los cartuchos de tinta), que en gran parte van a países africanos, que se convierten en grandes vertederos (allí se llevan como “material de segunda mano”, pero en realidad es, en gran medida, inservible).


Via: economiasencilla.com

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